La tercera es la vencida? No aún! Faltan más desafíos que entregaremos en las siguientes partes de este artículo. Si no leyeron las partes anteriores pueden hacer click en “Parte 1” y “Parte 2” para ponerse al día antes de continuar con la lectura.
Desafío #6: El cuidado de la voz
Cuando nos dedicamos a cantar, tener la voz en buen estado puede convertirse en una obsesión. Por qué?
Porque cuando nos piden que cantemos queremos hacerlo bien, dar lo mejor de nosotros y si nuestra voz no está en buen estado, puede que “el instrumento” no responda como esperamos cuando lo necesitamos.
Si trabajamos con nuestra voz a nivel profesional o si realmente nos preocupa tener la voz sana cuando encaramos una clase de canto, nos enfrentamos a muchos desafíos para que eso ocurra.
Las reuniones sociales nocturnas ó donde todos “hablan fuerte”, hablar mucho por teléfono, ni hablar de gritar, dormir pocas horas, comer “mal” y no practicar actividad física son algunos de los hábitos “normales” sobre los que deberemos hacer una revisión y corrección. Si tenemos que cantar en vivo en algún concierto, a nuestros amigos posiblemente les cueste la idea que tenemos que faltar a una reunión o irnos temprano de ellas pero es lo que la voz necesita si queremos estar al 100%. La gente que nos conoce y respeta lo que hacemos a la larga (después de mucho explicar) termina comprendiendo que no podemos estar de parranda hasta las 6 am si tenemos que cantar al mediodía.
Algunos cantantes profesionales llegan a niveles de obsesión extrema, no hablando con su familia siquiera antes de un concierto. Sin llegar a esos niveles es importante revisar nuestros hábitos y consultar con nuestro maestro/a de canto cuáles de esos hábitos no son buenos para la salud de nuestra voz.
Desafío #7: Entendiendo el lenguaje musical
Cantar no implica sólo tener la capacidad de hacerlo y ser más o menos afinado. Implica comprender no sólo el funcionamiento del cuerpo milimétricamente para poderlo “gobernar” sino también implica comprender los textos que cantamos y la música que pretendemos cantar. Deberíamos ser capaces de hacer un análisis de lo que el compositor quiso expresar y cómo. Sin dudas la mejor herramienta para esto es comprender el “idioma de la música”. Conocer mínimamente la posición de cada nota en un pentagrama, saber lo que es un compás, conocer cuánto dura cada figura. Entender lo que es la armonía, como se compone un acorde, etc. son elementos fundamentales para la construcción de una sólida carrera como cantante.
En mi caso, siempre fui perezoso para estudiar lenguaje musical apoyándome sobre un oído musical bastante favorecido, pero el talento no alcanza si queremos ser verdaderos profesionales, necesitamos disciplinarnos, entender en profundidad los elementos que intervienen en la música.
Desafío #8: El manejo de nuestra autoestima
Estoy seguro que más de uno de los lectores del título pensarán, qué tiene que ver la autoestima para aprender a cantar?
Mucho. Ponerse frente a otra persona ó personas y cantar es un acto de extrema valentía. No tener miedo a lo que puedan opinar de nosotros, no tener temor al error, sentirse seguros ante la mirada de un público experto como puede ser nuestro maestro/a de canto, son elementos que ponen en juego nuestra autoestima permanentemente.
Existe una correlación sin dudas entre la autoestima y la capacidad para exponernos públicamente, incluyendo sin dudas a nuestro maestro/a de canto.
Si nuestra autoestima está por encima de la realidad, podemos pensar que somos mejores de lo que realmente somos y podemos no aceptar las correcciones y guía de nuestro maestro/a. Lo cuestionaremos y pensaremos que está equivocado/a. Más aún si “la gente” nos dice que somos maravillosos y estamos acostumbrados a que nos digan lo bien que cantamos, enfrentarnos a un maestro/a que nos corrige y nos dice que no hacemos alguna cosa bien puede ser un baldazo de agua fría.
Si por el contrario, nuestra autoestima está muy baja, el proceso de aprendizaje puede volverse difícil también puesto que al “no animarnos” a cantar frente a quien nos está enseñando, impide ver/escuchar al docente las capacidades reales del alumno ya que éstas están ocultas bajo una capa de temor a ser juzgados, temor al error y por supuesto al ridículo.
En ámbitos de aprendizaje deberíamos evitar todo tipo de vergüenza ya que no existe mejor lugar para equivocarse. Si tomamos clases de canto de por sí, estamos asumiendo que tenemos algo que aprender, con lo cual nuestro docente jamás nos juzgará por equivocarnos, sino al contrario, festejará con nosotros cuando logremos superarnos.
Hasta la próxima entrega 🙂
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